S.B.H.A.C.

Sociedad Benéfica de Historiadores Aficionados y Creadores

Cartelistas republicanos de la Guerra Civil española

26.- Faustino Goico-Aguirre

Nació en Oviedo en 1906. Se dedicó a la escultura y a la pintura y se ganaba la vida de profesor de dibujo. Aprendió en Roma y en Paris que era lo normal cuando se tenía vocación. En todas las plazas triunfó tanto en pintura como en escultura, pero llegó la guerra y le fastidió. Sobrevivió como pudo de algunos trabajillos para Avance y carteles para el Frente Popular. Afortunadamente, el gobierno le nombró Delegado Provincial de Bellas Artes y en calidad de tal, participó junto con el periodista Juan Antonio Cabezas de Avance en la rocambolesca historia de traer a Gijón la Virgen de Covadonga, tótem regional, y que años después aparecería intacta en la embajada de España en París. Detenido en Gijón, fue condenado a muerte y que le fue conmutada, tras cinco años en la cárcel, retomó su carrera artística en la faceta de pintor, especializándose en ilustraciones y sobre todo en acuarelas. Murió en Madrid en 1987.

26.1.- La serpiente fascista estrangula a joven desnudo en un cartel que expresa, sin dudas, los peligros de no estar alerta y firmes ante el fascismo. La cruz roja de fondo y la propia serpiente le dan al icono un cierto aire de cartel sanitario. Goico Aguirre, un cartelista asturiano muy efectista.

26.2.- Miliciano asturiano con su gorrilla asturiana de campaña y su mosquetón. En el Norte fue donde la militarización y la obediencia a las autoridades militares fue menor. Por un lado los nacionalistas vascos, que crearon su propio ejercito en Vizcaya, casi la mitad de los 80 batallones que tenía el Cuerpo de Ejército de Vizcaya (XIV). Por otro lado, Santander, un reino de taifas, y por otro Asturias, un reñidero español con una flecha clavada en el corazón, Oviedo.

26.3.- Fortificar es comenzar a ganar. Desgraciadamente para la República en el Norte.

26.4.- Con un frente tan estrecho, donde todo estaba a tiro de cañón, no me extraña que las paredes oyeran. Por lo demás, el cartel grandiosamente intemporal.